Nunca se ponía el tapado marrón, le intrigaba verse en el espejo con esa prenda.
Era las diez, salió con el tapado. Tomó un taxi en corrientes, aprovechó firmar unos papeles del trabajo, a veces observaba de la ventananilla las personas pasar.
El taxista estaba atento a lo que emitían por la radio.
-¿doblo en la esquina?- le preguntaba el taxista a la señorita Keiler.
-Si, pero vaya despacio, porque es terrible esa calle-, le respondía.
Cuando encontraron la dirección, y se bajó del taxi, subió las escaleras del lugar. En el pasillo se encontró con un periodista amigo que quería entrevistarla, ella no quizo.
Le empezó a doler la cabeza, tenía una aspirina dentro de unos de los bolsillos del tapado.
Se dirijió al baño y se la introdujo en la boca, tomó un poco de agua.
En ese instante, una mujer que tenía el cabello lacio, le hizo recordar a un personaje que había creado en unos de sus cuentos, sonrió disimuladamente.
Al salir percibió que la mujer la estaba observando. Subió al ascensor, sacó un cigarrillo, como siempre lo hacía en ese lugar y se miraba en el espejo los dientes, y si tenía algún granito, en el rostro. Al bajar, escuchó murmuros en unas de las salas, también el ruido de algunas impresoras, y el perfume de todas las personas.
Abrió una puerta y se detevo, un viejo fumando pipa, sentado en una silla de madera lustrada, la saludó cordialmente.
Se imaginó que sería un buen comienzo para explicarme el proyecto que venía arrastrando hacia un tiempo atrás, ese día por verguenza , no tuvo el coraje de explicárselo, dejó que el viejo, la observara a los ojos, atento como un gato a punto de cazar un ratón. Se fue acercando y extendió sus manos con algunas pecas de color rojas opacas, le mostró unas fotografías de sus viejos amores que había tenido un final desagradable, quizo acercar su boca en el oído de ella, quizo sentir el latido de su corazón, sacarle de sus manos todos aquellos papeles que sostenía con fuerza . No pudo. La señorita Keiler, se hizo a un lado, salió corriendo, abrió la puerta del ascensor y sacó otro cigarrillo. Todos la miraron huir y notaron que aquella mujer, el cual visitaba aquel lugar de vez en cuando y tenía que presentar guiones o géneros nuevos para llevar a la tv, y el cine, en su rostro había cierta tristeza.
La mañana siguiente, levantándose con movimientos suaves, se dirijió hacia la cocina, después abrió la heladera y sacó una manzana, se quedó hinoptizada por el color, lo grande y bella que era, con alegría afirmó:- ¡mire usted, nació al mundo para que yo me la coma ahora!-
En la oficina, el viejo estaba haciendole el amor a una joven de anteojos, en el suelo alfombrado estaban algunos guiones desordenados, dentro de un cajón se aseguraban los documentos de las empleadas y un revólver calibre 32, con sus balas.
Keiler, toma el taxi. Firma unos papeles. El viejo besa a la joven, le dice:- apoyate sobre la mesa, no temas-. La joven le hace caso. El viejo, disimulando, mientras le besa el cuello, abre el cajón.
keiler, sale del taxi. Sube las escaleras. Se corre el mechón que no la deja ver, acomoda unos papeles en el pasillo. Abre la puerta del ascensor. Piso dos, tres, cuatro..., escucha gritos, el ruido de las impresoras. Ve que todos vienen y van, camina tres pasos, el viejo está muerto sobre la joven que tiene el revólver en su mano derecha, mientras llora desesperada.
La joven tiene el cabello lacio con manchas de sangre, se levanta asustada, sin entender lo sucedido, grita:- Nooo-, se llevan a la joven a un hospital, algunos empleados levantan los papeles del suelo, un actor que recién llega asoma su rostro y dice:-¿que tal?-. A la señorita Keiler se le escucha hablar por su celular:- no sabés lo terrible que pasó-...
El portero, se limpia la nariz y le cuenta lo sucedido al comisario. Unos clientes intentan saber que hay dentro de aquella sala.
Investigan los cajones.
La joven de casbello lacio, responde a preguntas de unos psicológos:-
¡quizo violarme, quizo violarme!-
El doctor juega con una jeringa descartable. Un accidentado en la sala de espera grita:- ¡Quiero que me atiendan carajo!-
Keiler, leer unos de los escritos que el comisario tomó del suelo, se asombra al enterarse que es exactamente los mismos personajes de su miniserie. Corre, hacia el hospital, para interrogar a la joven.
La joven, fallece, Keiler no llega a tiempo. Ese día, por la noche, el secretario del viejo se adueña de la miniserie, se filman unos capítulos, y se publica por todos los medios. Keiler no entiende la inmensa casualidad. Sueña una pesadilla, se levanta y fuma interminable, camina de un lado a otro, toma una bebida fuerte, decide quemar todos sus escritos. El secretario presenta la miniserie de la joven fallecida en editoriales de otros paises. Logra tener buena respuesta de la gente. Keiler, inventa otras historias, intenta meditar, concentrarse en sus ilusiones. Desea todo lo mejor, y ser parte del todo canal donde presenta sus escritos.
Le duele la cabeza por momentos, escucha a su perro desesperado ladrándole a un ratón del vecino, reposado sobre las enredaderas, es de noche, las estrellas y una luna brillante, opaca, perfecta.
El secretario, come mucho,mejor que antes, tiene popularidad, su nombre pasó a significar una marca, en todos los negocios, su rostro se ve en los afiches de las paredes mas inmensas de la argentina. Es querido por todos. Una noche, sueña con el rostro de la joven, sangrando y comiéndose las venas de él, quiere despegarse de aquella imagen pero no lo logra, a esa misma hora siempre tiene pesadillas. Su mujer, duerme, y se olvida, está contenta de que gana suficiente dinero su marido ya no se preocupa como antes.
Keiler, inconsciente, escribe:- "ella es una ladrona, ella fue quien sacó mis ideas para deborar mis ilusiones, mis ganas de seguir viviendo"....-Con este párrafo termina la miniserie, con este párrafo, se convierte en la competidora del secretario. Los productores se comen vivo, fuman doble.
Un lunes de lluvia y tormenta, cuando Keiler, se subía a un taxi, detrás lo seguía en un "fiat uno", rojo, el secretario, su enemigo, con un revolver dentro del portafolio.
Al bajar, ella descubre que la está persiguiendo. Disimula. entra a su casa, enciende todas las luces.
El secretario abre el portafolio y cuando saca el revolver, recive un balazo en el torax. Después , mientras ladraba el perro de la señorita Keiler, se acercaban algunos vecinos y llenos de nervios, intentaban acomodarlo. Llamaron a la ambulancia. En el hospital llega muerto.
Publican la muerte del autor reconocidos por todos, la mujer está en el cementerio con un ramo de flores, junto a Keiler, abrazándola.
Cuando llega a su hogar, keiler guarda dentro de un florero un revólver con silenciador, saca de una carpeta unos escritos. Ve que una sombra se acrecienta en la cocina. Desesperada, con pasos minusiosos, intenta descubrir quien se aproxima. Y ve que es el gato tomando agua de la canilla de la mesada.
Afuera, las ramas de los árboles danzan, se escucha las agujas de un viejo reloj. Los ojos de Keiler están enrojecidos, no le duele la cabeza, se siente libre, su corazón le late interminable, se dirije hacia la habitación. Se introduce en la cama, coloca el despertador para levantarse temprano al día siguiente.
Riiin, se escucha el despertador, ella lo toma y lo tira bien lejos y logra destruirlo. Un resorte sale como si nada , las cuerdas definitivamente muertas.
En la oficina, el portero le dice unos piropos.
Le ofrecen un ascenso, ella lo piensa sentada en una silla recien limpiada por algunas empleadas, firma el contrato.
Antes de pasear un poco para festejar, se coloca el tapado y siente que esa prenda le trae buena suerte.
sábado, 21 de marzo de 2009
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