sábado, 21 de marzo de 2009

plenitud.(cuento)

Esta historia, es diferente a otras, y sin lugar a dudas, ya no hay lugar...
...Me levanté cerca del mediodia, y me llegó la noticia, que a dos cuadras, se desataría el gran problema, y era Gran, GRANDE.Todos ya estaríamos sujetos a una enorme abdomen, de Ricardo, del gordo, que no salía hacía tiempo de su cama.
Ricardo, se lo conocía como el obeso del barrio. Pero, se llegó al extremo de decir, que: moriría en su cama, gordo, sin movilidad, y que peor aún, antes de ello, seguiría engordando, y así todos sufriríamos de su pesadez, porque su grasa se extendería por la ventana, saldría de las cerradura, y cubriría entonces sí, el barrio, las casas, los árboles, las mariposas, nuestra tacita de te, la mesada, la cocina, los taxis, los andenes , los bares donde los borrachines histéricos cuentan que se cambiaron de partido de futboll.
Ricardo, era el único gobierno, era noticia del barrio, y todos los que podían huian. Se alquilaban casa bien altas, para qué, si la grasa llegaría igual.
También los que podían, se compraban pasajes, para huir a otras ciudades, alejadas, al interior. La grasa llegó a humedeserse, y la municipalidad aun no hacía nada por ello, el olor, era tan intenso que había que andar con barbijo, y la contaminacion, traía, moscas, agijines, insectos, y bacterias de todos los tamaños.
Ricardo, no moría, todos deseamos su muerte. Pero la familia, no deseaba verlo morir.Por eso le daban comida. Hicieron dietas posibles, de la luna, de jupiter e inventos de chanchas de la televisión.
Ricardo, agonizaba, y se escuchaba su gemidos de desesperación. La grasa salía por todos lados, había que subir por unas arrugadas y gelatinosa piel, hasta verle los ojos, para descubrir si dormía, para hablarle.
Ricardo, cambiaría su vida por la nuestra, muriendo.
La madre, se la pasaba cocinando, y lloraba mientras lo hacía.Su hermano, había dejado el gimnasio y empezaba a notarse los primeros indicios de gordura.
El barrio era teñido de una postal de blancura constante. Esta historia, ya la pude describir desde un cerro, muy alto, un cerro que se había construido para los que pudieron hospedarse. Gracias a una asociación civil y entidades internacionales. Gracias a compartir este dolor y olor que emana, desde su humilde casita, de techo de dos aguas, y una ventanita, derretida de grasa, de gelatina blancuzca y chorreante.
La casa, ya no era una casa, el barrio ya no era un barrio, una gran torta, un gran repulge de blancura, la cubría.
Y esta historia, se define, llega a su fin, todos los pocos habitantes, intentaban llegar a la cima, y ver el orificio para respirar.
Los brazitos de los chicos, los ancianos por querer huir les era imposible, algunos podían ser rescatados desde elicópeteros, fundaciones de benificiencia, intentaban hacer todo lo posible, pero caían en la gran grasa del infierno.
La gordura, invadía a todos.
El sol, quemaba con intensidad una meseta de grasa.Y desde esta colina, todos, mirábamos aquel paisaje. Y otro barrio, y otra historia se contaba, en los libros de este lado, a nuestros futuros hijos.
Y no se comía. Y no se comía, se empezaba a tener mucha hambre...

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